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La Mestiza de Pizarro de Álvaro Vargas Llosa (Cap 1)

La Mestiza de Pizarro de Álvaro Vargas Llosa (Cap 1) EL CERCO A LIMA (III)

Atahualpa cuando cayó prisionero entregó a Quispe Sisa, su esposa secundaria a Francisco Pizarro para crear una alianza, Quispe Sisa era su propia hermana. Pizarro respetó su linaje y estuvo siempre a su lado.

Quispe Sisa era hija de Contarhuacho, que en 1515 era también una esposa secundaria del inca Huayna Cápac (progenitor a su vez de Atahualpa). El legendario inca había entregado al padre de Contarhuacho, el señorío de Tocas y Huaylas.

Quispe Sisa mudó en Inés Huaylas por bautizo, su marido le contó que había llegado a los confines norteños del imperio a fines de 1530 con apenas 180 hombres y 37 caballos, topándose con la isla de la Puná. Un año después pasó a las orillas de Tumbes, y se enteró por los lugareños de la guerra civil reciente y quiso aprovecharse basado en lo ocurrido en México.

Las guerras civiles comenzaron con la muerte del inca Huayna Cápac. Atahualpa se hizo fuerte en Quito, al norte, y Huáscar en el Cuzco, al sur, era el heredero legítimo de la mayor parte del imperio. Los hombres de Atahualpa entraron en el Cuzco y exterminaron a casi toda la familia real de Huáscar, a quien enviaron en condición de prisionero en un lento viaje hacia el norte.

Pizarro fundó San Miguel de Piura, escaló la sierra y, por el camino del Chinchaysuyo – uno de los cuatro “suyos” del imperio – llegó a Cajamarca, y le tendieron una trampa al inca Atahualpa, a pesar de los cinco mil indios guerreros, pasó a ser prisionero de Pizarro. Atahualpa no tuvo la sangre fría para calcular una reconciliación del Tahuantinsuyo, y mandó matar a Huáscar y acabó así de prestigiar a los españoles a ojos de los partidiarios de su hermano.

Ni el rescate que ofreció por su libertad lo pudo salvar de la horca, llenó con tesoros que ordenó traer desde distintos palacios, tres habitaciones de ocho metros por cinco, una con oro y dos con plata, hasta la altura de su mano. Fue servil con sus amos, jugó al ajedrez con Hernando de soto, soportó con estoicismo la concupiscencia descarada de Felipillo (intérprete indio de Pizarro) con su mujer y la única gratitud que se llevó fue que al aceptar el bautzio cristiano, le fue concedida la horca en vez de la hoguera.

Después de terminar de fundir, los tesoros reunidos – unos 6,000 kilos de oro de 22 kilates y medio y casi 12,000 kilos de plata – los españoles partieron hacia el Cuzco para entablar la batalla decisiva.

En Vilcaconga a las puertas de la ciudad imperial, le cayó un regalo del cielo, Manco II, heredero natural del imperio, decidió hacer causa común con los invasores en lugar de aliarse con Quizquiz, el general del ejecutado Atahualpa, dispuesto a resistir.

Manco II aportaba además 10,000 hombres y conocimientos nativos. En noviembre de 1533, el Conquistador hizo su entrada en el Cuzco, y Manco II se paseó en andas por la plaza. Pizarro dejó a su hermano Juan al mando de la ciudad y se puso en camino a Jauja, aunque no descuidaba el norte, hacia donde se dirigía Almagro para poner orden en las pretensiones de conquistadores rivales.

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